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Vol. 32 Núm. 2 (2025): O futuro de uma (des)ilusão
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En El porvenir de una ilusión (1927), Freud destaca que cuanto menos sepamos sobre nuestro pasado y presente, más inseguros seremos sobre el futuro. Casi un siglo después de la publicación de esta obra, observamos que, en nuestro vocabulario cotidiano y científico, la palabra civilización ha sido sustituida por la expresión futuro del planeta. En la vida real se creó una atmósfera de fin de los tiempos, que se abordó en la literatura, el cine, las artes y, por supuesto, en el psicoanálisis. 

            El tiempo mismo interroga sus flechas. En la Modernidad había una única dirección que apuntaba hacia el progreso, pero hoy entendemos que ni siquiera el tiempo se vive de forma lineal y progresiva.  Se despliega en capas superpuestas, similar a la masa que se deja amasar y dar forma (Pál Pelbart, 2005). En un solo instante, el tiempo se traga el presente, aprisiona el pasado y oculta el futuro desconocido y virtual, siempre esperando el siguiente pliegue.

            Ante la complejidad de la confrontación psíquica con las problemáticas civilizatorias, especialmente en la era posmoderna, observamos una tendencia creciente hacia el “no lugar”, la ausencia de presencia, reflexión y pensamiento crítico. Esta realidad se agrava con el aumento de expresiones de narcisismo de muerte, manifestadas en forma de racismo, homofobia y xenofobia, que revelan la carencia de soportabilidad de las diferencias y los límites. Así, el desafío que se nos impone a todos es reflexionar sobre el futuro de un planeta que va camino de volverse inhabitable para la humanidad y otras especies.

            La reciente pandemia, las guerras, el fanatismo y el odio, las catástrofes climáticas y la polarización política pueden haber eliminado nuestra ilusión de un futuro mejor, lo que plantea algunas preguntas:

            - ¿Cuánto de negación hay cuando vivimos la ilusión de que el mundo sería mejor, sin renuncias pulsionales?

            - ¿Somos capaces de afrontar nuestro poder destructivo? ¿No pueden ya utilizarse, transformarse y desarrollarse los componentes tanáticos que retan el poder de la palabra como sustituto de la violencia?

            - Cuánto la disociación frente a estas percepciones nos lleva a la estética del liso (Byung-Chul Han, 2019), que reflexiona sobre la pérdida de profundidad reflexiva de la actividad artística en una cultura guiada por la inmediatez, por vivir de apariencias, por la superficialidad de un mundo sin capas, arrugas, surcos, pliegues, grasa, manchas y cicatrices?

            - ¿Es posible la esperanza de una integración entre Eros y Thanatos?

            - ¿Resistiremos a la amenaza del colapso de nuestros recursos psíquicos?

            La ilusión es una esperanza apresurada..., reflexiona Carrara (2024). ¿Necesitamos renovar las reflexiones sobre la esperanza y la ilusión? ¿Necesitamos cultivar la esperanza en su cara psíquica, ejercitando nuestra curiosidad hacia lo que aún no ha nacido y que, por eso mismo, está siempre en búsqueda, abriéndose a lo desconocido, o pensar así sería una ilusión? ¿O podría ser este el camino hacia una des-ilusión madura, necesaria y transformadora?

            La ilusión forja nuestro primer contacto con los demás, necesario para crear un quantum de crédito en la vida. Si le siguen satisfacciones reales y nuevas privaciones (des)ilusiones, recorrerá un camino dentro de un ritmo de seguranza capaz de conducir a la esperanza en el futuro. Es desde la des-ilusión que creceríamos potencialmente hacia la alteridad, el respeto y la tolerancia de nuestras limitaciones y diferencias. La desilusión no sólo deconstruye las ilusiones, sino que también redefine las expectativas y las relaciones del sujeto con el mundo y consigo mismo. El psicoanálisis sugiere que la esperanza, derivada de la oscilación ilusión/desilusión, impulsa el deseo de un futuro mejor y también es esencial para la construcción de utopías.

Ella está en el horizonte — dice Fernando Birri. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar. La utopía está ahí en el horizonte. (Eduardo Galeano, 1994)

            Estas son algunas formulaciones que rozan el espacio para pensar, en el que el psicoanálisis se convierte en una de las posibilidades para proponer alternativas para enfrentar los problemas psíquicos humanos.

Publicado: 2025-05-23
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