Pasión y antipasión en el conflicto estético

Resumen

La investigación clínica de Donald Meltzer le permitió concebir imaginativamente el conflicto fundamental de la mentalidad del sujeto humano: el conflicto estético. Esto despertaría, en el encuentro con el objeto estético (inicialmente la madre), vínculos tanto positivos como negativos. Nombrados por Bion L, H, K y –L, -H, –K, se enfrentarían en el momento mismo de la frágil tolerancia al misterio y la incertidumbre en el conflicto estético. Estos vínculos emocionales requieren integración para resistir el acoso permanente de los vínculos anti-emociones o anti-vínculos, como los llamó Meltzer. La pasión podría entenderse como una meta-emoción o meta-vínculo capaz de contener la presión por la desintegración que surge de las fuerzas anti-pasionales. De esta manera, Meltzer logró redefinir la envidia como la estupidez del mal, interfiriendo con el siempre frágil sostenimiento del conflicto estético. Su acción desintegradora produce un estado mental de des-apasionamiento, des-vinculando el conjunto de los vínculos positivos (pasión). La validez teórico-clínica del concepto de envidia es atestiguada por psicoanalistas verdaderamente interesados en el problema del Mal (Chuster y Trachtenberg, 2004, 2010 y Trachtenberg, 2005a, 2005b, 2018, 2019). La contribución de Meltzer en este sentido es invaluable. Se presentan dos sueños de dos pacientes diferentes que ilustran la posibilidad de tolerancia al conflicto estético (Sra. P.) y también la curiosidad intrusiva como producto de la intolerancia al misterio, la “incapacidad” negativa (Dr. I.).